En una reciente entrevista en El País, el candidato presidencial del Frente Amplio, Gonzalo Winter, manifestó su deseo de transformar a Chile en una “sociedad sin clases sociales”. Según él, esta ambición es el núcleo de su vinculación con el legado allendista, ya que propone que este cambio podría impulsar mayores niveles de eficiencia y desarrollo en el país.
A pesar de su aspiración, la propuesta de Winter adolece de definiciones claras que permitan entender realmente qué implica su visión y qué tipo de sociedad se plantea. Esta ambigüedad invita a un análisis más profundo sobre lo que realmente significa abolir las clases sociales.
Dentro de la tradición marxista, las clases sociales están definidas por sus posiciones en las relaciones de producción, enriquecidas por nociones weberianas de estatus y poder, así como por planteamientos de Bourdieu sobre la simbología y la reproducción de clases. No obstante, simplificar esta definición puede empobrecer el debate público.
Las desigualdades en la historia no se limitan a las clases sociales; las sociedades han operado bajo distintos principios jerárquicos. Desde los líderes de los clanes hasta las divisiones entre nobleza y pueblo, la movilidad social no ha estado exenta de complicaciones relacionadas con atributos como la genealogía o el capital cultural.
Frente a esto, las izquierdas han desarrollado dos enfoques. El primero, reformista, busca mitigar los efectos dañinos de las clases sociales mediante políticas fiscales y sociales, como se observa en los países nórdicos. El segundo, revolucionario, intenta eliminar las clases con cambios radicales, aunque esto ha generado nuevas formas de estratificación.
La propuesta de Winter, entonces, requiere una interpretación cuidadosa. ¿Cómo transformará las relaciones de producción en cuatro años sin causar una crisis económica? Y si considera las dimensiones culturales, ¿cómo abordará las prácticas que perpetúan jerarquías en su propio entorno?
Finalmente, al hablar de eficiencia, surge la pregunta: ¿es el modelo escandinavo el faro que busca Summer, o se está acercando peligrosamente a un camino autoritario? Este dilema es crucial en un contexto donde las expectativas han de ser claras y realistas, evitando caer en promesas vacías que puedan erosionar aún más la confianza pública.