En un giro dramático de los acontecimientos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha apuntado con el dedo hacia la “izquierda radical” tras los disturbios en Los Ángeles, que han ingresado en su tercer día de caos. Las protestas surgieron en medio de duras redadas migratorias, lo que ha llevado a choques entre manifestantes y autoridades, dejándolos a ambos sumidos en el conflicto.
“Estas protestas de la Izquierda Radical, instigados por alborotadores pagados, no serán toleradas. A partir de ahora, no está permitido el uso de máscaras en manifestaciones. ¿Qué hay que ocultar?”, publicó Trump en su red social Truth Social, desatando la indignación de los presentes.
La situación ha sido exacerbada por sus críticas al gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, a quien se refirió de forma despectiva como “Nuevaescoria”, además de lanzar dardos a la alcaldesa Karen Bass. A pesar del despliegue de 2.000 efectivos de la Guardia Nacional, Bass mostró su desconfianza, señalando que el Departamento de Policía de Los Ángeles podría manejar la situación sin intervención militar.
Mientras tanto, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, no se quedó atrás y amenazó con el despliegue de infantes de la Marina si la violencia no cesa, algo que Newsom calificó de “comportamiento desquiciado”.
Las manifestaciones en Paramount, donde los agentes federales utilizaban tácticas de combate para dispersar a los manifestantes, han dejado un saldo de heridos y actos vandálicos. Con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras a la orden del día, la tensión sigue en aumento y el futuro del control migratorio en el país parece incierto.