La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha arremetido recientemente contra la hipocresía del gobierno estadounidense respecto al lavado de dinero vinculado al narcotráfico, enfatizando un claro doble estándar. Mientras que EE.UU. impone sanciones a bancos en otras naciones, como los mexicanos CIBanco e Intercam, por supuestamente facilitar el lavado de dinero del narcotráfico, pocos parecen darse cuenta de la magnitud del problema en su propio territorio.
Según un informe del diario La Jornada, las operaciones anuales de lavado de dinero relacionadas con el tráfico de fentanilo en EE.UU. ascienden a la asombrosa cifra de 100.000 millones de dólares. A pesar de que el propio Departamento de Estado de EE.UU. reconoce la existencia de este delito en su ámbito, no se han presentado investigaciones ni sanciones contra bancos estadounidenses implicados, creando así una atmósfera de impunidad.
Sheinbaum criticó que, si bien en México se mantienen controles antilavado más rigurosos, la atención mediática y fiscalizadora parece centrarse injustamente en los países latinoamericanos. “Esto es un asunto recíproco. No es solo que el Departamento del Tesoro investigue a bancos en México; tienen la obligación de hacer lo propio en EE.UU.”, afirmó desesperadamente la mandataria.
La controversia se ha intensificado desde que la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN) relacionara a bancos mexicanos como fuentes de preocupación, subrayando una clara necesidad de supervisar las instituciones financieras estadounidenses que, según Sheinbaum, son responsables de canalizar el dinero proveniente del narcotráfico. La mandataria destacó que mientras en México se trabaja fuerte para combatir el narcotráfico, la gran demanda se origina en (…) el mercado estadounidense, donde las drogas son comercializadas.