En un episodio que ha causado alarma en el sudeste asiático, Tailandia y Camboya se han enzarzado en un enfrentamiento armado en su frontera en disputa, resultando en la muerte de al menos una decena de civiles y múltiples heridos. Este conflicto se sitúa como uno de los más intensos desde 2011.
Las autoridades tailandesas informaron que el 24 de julio detectaron un dron sobrevolando un antiguo templo en el área en disputa, lo que, según su relato, desató una serie de ataques por parte de las fuerzas camboyanas. Estas, equipadas con armamento pesado, llevaron a cabo un ataque que, de acuerdo con Tailandia, alcanzó a soldados y civiles, incluso a dos hospitales.
Los daños fueron significativos, incluyendo el fallecimiento de al menos diez civiles en distintas aldeas y varias instalaciones cercanas a la frontera. La situación forzó a los residentes a evacuar la zona, incluidos menores de edad entre las víctimas.
El Ejército Real Tailandés decidió desplegar aviones de combate F-16, que realizaron ataques contra bases militares camboyanas. Contrario a esta versión, el primer ministro de Camboya, Hun Manet, aseguró que sus tropas respondieron a ataques tailandeses iniciados en puestos militares a lo largo de la frontera.
Las tensiones entre ambos países no son nuevas y han llevado a enfrentamientos en el pasado; el más reciente tuvo lugar en mayo. Este aumento de fricciones se produce en un contexto político tenso, marcado por la reciente suspensión de la primera ministra tailandesa, Paetongtarn Shinawatra, lo que ha añadido más tensión en los conflictos bilaterales.
Los analistas advierten que la escalada podría prolongarse, a medida que ambos países se acusan mutuamente de provocaciones, con Camboya negando las alegaciones de poner nuevas minas terrestres en la zona.