21 Ago 2025, Jue

Doctrinas Dahiya y Begin: La arquitectura de la violencia en la política exterior de Israel

En el complejo tablero geopolítico de Oriente Medio, Israel ha construido una política exterior basada en doctrinas militares que normalizan la violencia extrema como herramienta de disuasión. Las doctrinas Dahiya y Begin, aplicadas durante décadas, no solo explican patrones de agresión en Gaza, Líbano o Siria, sino que revelan un modelo de seguridad basado en el castigo colectivo y la impunidad. Esta columna desentraña su lógica, sus consecuencias humanitarias y por qué el mundo no puede seguir ignorando su impacto.

Dahiya: Cuando la disuasión se convierte en crimen
Nombrada por el barrio de Hezbolá en Beirut arrasado en 2006, la Doctrina Dahiya fue formalizada por el exjefe militar israelí Gadi Eizenkot. Su premisa es simple: ante cualquier ataque de grupos armados no estatales (como Hamás o Hezbolá), la respuesta debe ser desproporcionada y dirigida contra infraestructura civil. Viviendas, hospitales, redes eléctricas y escuelas son blancos legítimos para “presionar a la población” y forzarla a rechazar a estos grupos.

La aplicación es evidente en Gaza:
– En 2008-2009 (“Plomo Fundido”), 1,400 palestinos murieron (82% civiles).
– En 2023-2024, la destrucción sin precedentes (35,000+ muertos, 70% civiles) sigue el mismo guion.

La ONU y organizaciones como Amnistía Internacional han documentado cómo esta estrategia constituye castigo colectivo, prohibido por el Derecho Internacional Humanitario. Pero Israel lo defiende como “autodefensa”.

Begin: El miedo como arma geopolítica
La Doctrina Begin, atribuida al ex primer ministro Menachem Begin, opera en otro nivel: no contra guerrillas, sino contra Estados. Su eje es la acción preventiva para generar “temor existencial”. El ejemplo paradigmático es el bombardeo del reactor nuclear de Osirak (Irak, 1981), justificado con la frase: “Israel no permitirá nuevos holocaustos”.

Esta doctrina ha servido para:
– Atacar instalaciones en Siria (2007).
– Amenazar con acciones militares contra Irán.
– Validar violaciones a la soberanía de otros países bajo el argumento de “seguridad nacional”.

El problema es que, al igual que Dahiya, desdibuja los límites del derecho internacional. ¿Dónde queda la proporcionalidad cuando un Estado se arroga el derecho de atacar primero, sin pruebas de amenaza inminente?

El doble rasero de Occidente
Mientras la CPI investiga posibles crímenes de guerra, Occidente —especialmente EE.UU. y la UE— sigue financiando y armando a Israel. Datos clave:
– 70% del armamento israelí es provisto por EE.UU. (incluyendo bombas de 2,000 libras usadas en Gaza).
– En 2023, el Congreso estadounidense aprobó $3,800 millones adicionales en ayuda militar.

Este respaldo permite que Israel actúe con impunidad. Mientras, la población civil paga el precio: en Gaza, el 90% de los niños sufren desnutrición aguda (UNICEF), y en Líbano, miles siguen desplazados desde 2006.

Conclusión: Romper el ciclo
Las doctrinas Dahiya y Begin no son solo estrategias militares: son la expresión de un proyecto político que prioriza la fuerza sobre la diplomacia y normaliza la violencia contra civiles. Mientras la comunidad internacional no exija responsabilidades, los ciclos de violencia continuarán.

La paz no llegará con más bombas, sino con el fin de la impunidad. Es hora de sanciones reales, embargos de armas y presión política para que Israel —y sus aliados— rindan cuentas. El mundo no puede seguir mirando hacia otro lado.

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