Tras tres años de intentos judiciales infructuosos, la Justicia ha declarado a Lucía Pinochet Hiriart, hija del dictador Augusto Pinochet, como “inubicable” en una demanda laboral presentada por la enfermera que atendió a su madre. Curiosamente, el tribunal ha decidido designar un “defensor de ausentes” para representarla en el caso debido a su notoria ausencia en las audiencias, mientras se enfrenta a acusaciones de “malos tratos” y deudas previsionales por 60 millones de pesos.
A pesar de que han transcurrido siete intentos de notificación en distintos domicilios y un exhorto internacional hacia Estados Unidos, se ha revelado que Lucía ingresó al país el 12 de julio y actualmente se encuentra en Chile. Prueba de su presencia es una reciente fotografía publicada en Instagram por el abogado Henry Boys, donde se le ve sonriente junto a él en Vitacura, disfrutando de un café.
Boys, conocido por sus posturas antiaborto y quien ha impartido clases de educación sexual en poblaciones, acompañó la imagen con un comentario que destaca su intención de luchar por “la verdad histórica” y por quienes “salvaron a Chile del marxismo”. Este episodio añade una capa de ironía a una situación que ya era insólita, destacando la desconexión entre la vida social de Lucía y las responsabilidades legales que enfrenta.
Este panorama se complica aún más en medio de una disputa hereditaria entre los hijos de Pinochet, quienes también tienen como carga la reciente orden judicial para que devuelvan al fisco 16 millones de dólares que fueron malversados. La historia de Lucía Pinochet parece un episodio sacado de una novela kafkiana, donde la realidad supera cualquier ficción.