8 Oct 2025, Mié

Las grandes empresas tecnológicas y su apuesta por el autoritarismo: El caso de Palantir

Comité editorial La Respuesta

En un mundo marcado por la polarización y la incertidumbre, las grandes empresas tecnológicas están redefiniendo el poder político. Figuras como Peter Thiel, cofundador de Palantir Technologies y mentor del actual vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, ilustran una tendencia inquietante: el uso de la riqueza y la influencia para impulsar regímenes autoritarios que protejan sus intereses comerciales y amplíen su control sobre la sociedad, a menudo bajo el manto de una ideología conservadora. Este fenómeno, lejos de ser neutral, plantea riesgos para la democracia y los derechos fundamentales. Peter Thiel, con un patrimonio estimado en 20.8 mil millones de dólares, es un símbolo de esta convergencia entre tecnología y política. Su pensamiento, articulado en su libro Zero to One y entrevistas públicas, combina un libertarianismo que exalta la libertad individual con un pragmatismo que lo lleva a respaldar políticas nacionalistas y autoritarias.

Thiel critica la democracia moderna, argumentando que el voto masivo frena la innovación y favorece el cortoplacismo. Su visión de un futuro liderado por “reyes filósofos tecnológicos” refleja una desconfianza en las instituciones democráticas y un deseo de concentrar el poder en élites con visión, como él mismo. Esta ideología se materializa en su apoyo a JD Vance, a quien financió con 15 millones de dólares durante su campaña al Senado de Ohio en 2022, una de las mayores donaciones individuales en la historia electoral estadounidense. Vance, ahora vicepresidente en la administración Trump, comparte la retórica conservadora de Thiel, promoviendo políticas antiinmigración, desregulación tecnológica y un discurso que apela al descontento popular mientras favorece a corporaciones como Palantir. Esta empresa, especializada en análisis de big data e inteligencia artificial, ha obtenido contratos federales por más de 113 millones de dólares en 2025, incluyendo proyectos de vigilancia masiva que integran datos de agencias gubernamentales y rastrean migrantes en tiempo real. Palantir representa el núcleo de esta estrategia: una compañía que convierte datos en poder, utilizada por gobiernos para monitorear poblaciones y anticipar conflictos, desde operaciones militares en Gaza hasta bases de datos federales en Estados Unidos. Su tecnología, que Thiel defiende como una herramienta para la seguridad, ha sido criticada por erosionar la privacidad y habilitar un “estado de vigilancia” que somete a la ciudadanía a un control permanente. La relación entre Thiel, Vance y Palantir sugiere un proyecto más amplio: las grandes empresas tecnológicas no solo buscan beneficiarse de contratos gubernamentales, sino también moldear políticas que perpetúen su dominio. Esta tendencia no es exclusiva de Thiel. Otros magnates tecnológicos, como Elon Musk, han respaldado movimientos conservadores que combinan retórica populista con políticas que desmantelan regulaciones y derechos laborales. La ideología conservadora, con su énfasis en el orden y la seguridad, se convierte en un vehículo ideal para justificar medidas autoritarias que protejan los intereses de estas élites. En el caso de Vance, su ascenso desde un crítico de Trump hasta un aliado clave, facilitado por Thiel, muestra cómo el dinero puede transformar narrativas políticas para alinearlas con objetivos corporativos. El peligro de este modelo radica en su impacto sobre las libertades democráticas. Mientras Thiel y sus aliados promueven un “renacimiento tecnológico”, sus acciones sugieren una preparación para un futuro de conflicto, donde la vigilancia y la militarización refuerzan el control social. En un contexto de creciente desigualdad, esta alianza entre capital tecnológico y autoritarismo amenaza con subordinar los intereses de la mayoría a los de una minoría privilegiada. La población mundial debe responder con una defensa vigorosa de la democracia participativa, regulaciones que limiten el poder corporativo y un enfoque en tecnologías que prioricen el bienestar colectivo sobre la vigilancia y el lucro.

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