8 Oct 2025, Mié

¿Quién decide qué es democracia? Reflexiones sobre Cuba y la diversidad de sistemas políticos

Comité editorial La Respuesta

¿Quién decide qué es democracia? Reflexiones sobre Cuba y la diversidad de sistemas políticos

La insistencia de muchos medios internacionales en etiquetar a Cuba como una “dictadura” o un “régimen autoritario” invita a un debate crucial: ¿quién tiene la autoridad para definir qué es una democracia? Este cuestionamiento no busca justificar o criticar el sistema cubano, sino explorar la pluralidad de modelos políticos y la importancia de respetar las trayectorias históricas de cada nación, reconociendo que los sistemas políticos son productos de contextos específicos y no deben juzgarse únicamente bajo un estándar universal.

La democracia, en su concepción liberal occidental, se asocia con elecciones multipartidistas, libertades individuales y separación de poderes. Sin embargo, este modelo no es universal ni necesariamente aplicable a todos los contextos. Cuba, con su sistema socialista de partido único instaurado tras la Revolución de 1959, responde a una historia de colonialismo, intervencionismo extranjero y desigualdad social. Sus defensores argumentan que garantiza soberanía, justicia social y estabilidad frente a presiones externas, como el embargo estadounidense. Sus críticos, en cambio, señalan la falta de pluralismo político y restricciones a ciertas libertades. Pero, ¿es justo evaluar a Cuba con criterios diseñados en realidades históricas y culturales distintas?

El concepto de democracia es diverso y dinámico. Por ejemplo, en Siria, tras el golpe de Estado de 2024, los yihadistas tomaron el poder y establecieron un gobierno basado en su interpretación del Islam. Algunos gobiernos y medios occidentales, que antes promovían la democracia en Siria mediante la ocupación extranjera, ahora evitan calificar al régimen dirigido por un yihadisya como antidemocrático, porque han logrado conciliar intereses. Sin embargo, antes del golpe, se celebraban elecciones que eran presentadas como democráticas, aunque marcadas por la inestabilidad. Esto plantea una pregunta: ¿es la democracia un sistema impuesto desde fuera o debe surgir del contexto cultural e histórico de cada pueblo?

Abu Mohamad al-Golani líder yihadista y actual presidente interino de Siria

Asimismo, países como Reino Unido y España, considerados democracias ejemplares, mantienen monarquías con roles influyentes en la política interior y exterior. En Reino Unido, el rey conserva poderes formales, como aprobar leyes o disolver el Parlamento. En España, el rey Felipe VI ha intervenido en momentos clave, como el discurso tras el referéndum catalán de 2017, influenciando la opinión pública. Estos sistemas, donde una figura no electa ejerce influencia, son aceptados como democracias porque se alinean con el modelo liberal occidental. Sin embargo, si aplicamos el mismo escrutinio que a Cuba, ¿no podríamos cuestionar la presencia de monarquías en democracias modernas?

Imagen del discurso del 03 de Octubre de 2017 de Felipe VI de España sobre Cataluña


Cuba, por su parte, tiene mecanismos participativos propios. Las asambleas populares nominan candidatos municipales, y la Constitución de 2019 fue debatida ampliamente antes de su aprobación. Aunque no equivale a un sistema multipartidista, refleja una forma de participación arraigada en su visión de soberanía. Juzgarlo como “dictadura” ignora su contexto histórico, incluyendo el impacto del embargo estadounidense, que limita sus opciones económicas y políticas.

Los medios, a menudo alineados con intereses geopolíticos, tienden a simplificar estas realidades. Calificar a Cuba como autoritaria sin considerar su historia o el contexto global perpetúa una narrativa sesgada. Respetar la diversidad de sistemas no implica avalar todas sus prácticas, sino reconocer que cada nación construye su modelo político según sus circunstancias. Imponer un estándar universal de democracia, ignorando casos como Afganistán, Reino Unido o España, perpetúa un colonialismo ideológico. Cuba, con sus logros en salud y educación, merece un análisis que contemple sus limitaciones y particularidades. La pregunta no es solo si Cuba es una democracia, sino quién define qué significa serlo y si ese juicio debe prevalecer sobre la autodeterminación de los pueblos.

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