8 Oct 2025, Mié

Las tensiones entre Estados Unidos y China por Taiwán han alcanzado un punto crítico, aumentando la posibilidad de un conflicto abierto en el corto plazo. La estratégica isla, clave en el Indo-Pacífico, es un foco de rivalidad donde EE.UU. busca mantener su influencia global y China defiende su visión de un orden multipolar. Informes recientes de movimientos militares y reorganización de fuerzas en ambos lados subrayan la gravedad de la situación, sin que se vislumbre un diálogo inmediato para reducir riesgos. La relación de EE.UU. con Taiwán, cimentada en la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, incluye ventas de armas defensivas y una política de “ambigüedad estratégica” para disuadir una invasión china. Taiwán es crucial por su ubicación en la primera cadena de islas, controlando rutas marítimas, y por producir el 70% de los semiconductores mundiales, esenciales para tecnología y defensa. Un conflicto aquí podría colapsar cadenas de suministro globales, con pérdidas económicas billonarias. Ideológicamente, Taiwán encarna una democracia tutelada por Estados Unidos frente al modelo socialista chino.

Movimientos en ambos bandos

El 29 de septiembre, EE.UU. movilizó más de 30 aviones cisterna KC-135 y KC-46 hacia Europa, con aterrizajes clave en Ramstein, Alemania. Este despliegue, descrito como “sin precedentes” por fuentes del Pentágono, busca proporcionar “opciones flexibles” ante tensiones en Oriente Medio, pero analistas lo vinculan a preparativos más amplios en el Pacífico, incluyendo Taiwán. Algunos tankers ya apoyan cazas F-35 en misiones hacia el sur, lo que sugiere una postura de proyección de poder para disuadir a China o responder a una escalada. En paralelo, el 30 de septiembre, el secretario de Defensa Pete Hegseth convocó a unos 800 altos mandos militares en Quantico, Virginia, con la presencia del presidente Donald Trump. La reunión, bajo el rebrandeado “Departamento de Guerra”, anunció reformas para eliminar políticas de diversidad, priorizar estándares físicos rigurosos y centrarse en la “letalidad”. Hegseth instó a oficiales no alineados a renunciar, mientras Trump mencionó proyectos como el escudo antimisiles “Golden Dome”. Este giro hacia un “ethos guerrero” refleja la preparación de EE.UU. para enfrentar amenazas globales, con Taiwán como prioridad implícita. Por su parte, China intensifica sus capacidades militares, particularmente en la Fuerza de Cohetes del EPL (PLARF). Un informe del 29 de septiembre detalla la expansión de la Brigada 611, equipada con misiles DF-26 de 4,000-5,000 km de alcance, capaces de atacar bases estadounidenses en Guam o portaaviones en el Estrecho de Taiwán. Desde 2020, el arsenal de la PLARF creció un 300%, incluyendo misiles SRBM como DF-15 y DF-16, diseñados para saturar defensas taiwanesas. Ejercicios como “Joint Sword 2024B” simulan bloqueos marítimos y aéreos, mientras el presupuesto chino de 2025 (245 mil millones de dólares) fortalece la triada nuclear con ICBM DF-5, submarinos y bombarderos H-6N. La ambigüedad entre ojivas nucleares y convencionales eleva el riesgo de escalada. China considera la influencia estadounidense en Taiwán una violación del principio de “una sola China”, mientras EE.UU. ve la isla como un pilar para contrarrestar la proyección china en el Pacífico. Los Juegos de guerra (simulaciones de conflicto) del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) indican que un conflicto por Taiwán podría escalar rápidamente, con misiles chinos degradando defensas iniciales y EE.UU. enfrentando dilemas por posibles bajas masivas. Aunque no hay indicios de un ataque inminente, la falta de canales diplomáticos robustos y los movimientos militares recientes sugieren que el riesgo de un enfrentamiento directo en el corto plazo es alto. La comunidad internacional urge medidas de desescalada para evitar una crisis global.

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