El caso de la joven madre Krishna Aguilera, desaparecida el 4 de octubre en San Bernardo, ha tomado un giro desgarrador tras el descubrimiento de su cuerpo en Calera de Tango, 22 días después de su desaparición. Este terrible suceso ha conmocionado a la comunidad, poniendo en marcha una investigación por secuestro con homicidio que tiene a la población en vilo.
El principal sospechoso, Luis Beltrán, de 44 años y conocido como el “Guatón Beltrán”, es señalado por su presunta relación con menores de edad. Cristal Aguilera, la hermana de la víctima, ha denunciado que Beltrán manipulaba a jóvenes, vinculándolas a actividades de narcotráfico. Testimonios reveladores de personas que han tenido contacto con él describen variados episodios de violencia y manipulación que parecen haber formado parte de su modus operandi.
Varias personas han sido detenidas por su posible participación en el crimen, incluyendo la actual pareja de Beltrán, una adolescente de 17 años, quien según afirma la familia Aguilera, ha admitido su implicación en el caso. Este círculo de daño y abuso ha dejado al descubierto un sistema de explotación que podría extenderse más allá del caso de Krishna.
El ambiente de pavor se acentúa cuando se conocen detalles de las amenazas que Krishna habría recibido por parte de Beltrán. Aparentemente, había compartido información incriminatoria sobre él, lo que la llevó a temer por su vida. La investigación que ahora lidera la Fiscalía Metropolitana Occidente sigue avanzando, con antecedentes que podrían revelar más sobre la siniestra red detrás de este trágico suceso.
Cabe recordar que este no es un caso aislado; refleja una problemática mayor relacionada con la violencia y el abuso en comunidades vulnerables. Las autoridades deben actuar con prontitud para desmantelar estas redes y proteger a quienes podrían estar en riesgo.

