El extremo sur del continente americano se enfrenta a un fenómeno inquietante: una ola de frío ha impactado severamente a países como Chile, Uruguay, Paraguay y Argentina, provocando tensiones en diversas industrias, especialmente en el sector gasífero.
Ante esta realidad, el Gobierno de Javier Milei ha activado comités de crisis y llevado a cabo reuniones de emergencia para mitigar lo que ha sido calificado como ‘una situación excepcional’. Entre las medidas implementadas, se encuentra la interrupción del suministro de gas, comenzando en Pueyrredón, Mar del Plata, una de las áreas más azotadas por las heladas.
La Secretaría de Energía ha declarado el estado de ’emergencia’, decretando cortes de gas a estaciones de Gas Natural Comprimido (GNC), industrias, shoppings y cerrando restaurantes en horas nocturnas. A su vez, se han impuesto restricciones a la exportación de gas hacia Chile, buscando garantizar el abastecimiento a los hogares argentinos.
A pesar de estos esfuerzos, los usuarios residenciales en Buenos Aires también se han visto afectados por cortes de servicio, con un impacto que se prevé se extienda al menos hasta este viernes. La situación ha sido angustiante, sobre todo en Córdoba, San Juan, Mendoza y otras provincias, donde el suministro ha sido severamente afectado.
La Asociación de Gas Natural (AGN) informó que este ha sido el día más frío en tres décadas, lo que ha incrementado la demanda a niveles récord, alcanzando 100,3 millones de metros cúbicos diarios. Esto ha puesto una presión extraordinaria sobre el sistema de distribución del gas, exacerbando aún más la crisis.
En lo que respecta a Chile, aunque no se han registrado interrupciones significativas en el suministro de gas natural, sí se han aplicado restricciones a ciertos contratos de transporte. El terminal de GNL de Quintero está operativo y con suficientes inventarios, lo que asegura el abastecimiento a largo plazo, a pesar de las dificultades que enfrenta Argentina.
Sin embargo, esta crisis no se debe únicamente a las bajas temperaturas, sino también a problemas estructurales en el sector energético. El congelamiento de yacimientos y la falta de inversión han expuesto las debilidades del sistema, que enfrenta un déficit significativo de gas neuquino. Ahora, más que nunca, se evidencian las urgentísimas necesidades de reforma en el sector energético argentino.