22 Ago 2025, Vie

La derecha fragmentada: tensiones internas amenazan su resultado electoral

Comité editorial La Respuesta

A tres meses de las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre de 2025, la derecha chilena enfrenta un escenario crítico: la fragmentación interna amenaza con debilitar su posición en un contexto político que parecía favorable. Tras las victorias municipales de 2024 y el desgaste del gobierno de Gabriel Boric, la derecha tenía una oportunidad única para consolidarse. Sin embargo, las divisiones entre Chile Vamos (UDI, RN, Evópoli), el Partido Republicano, el Partido Nacional Libertario y el Partido Social Cristiano han generado un panorama de descoordinación que podría costarles escaños clave y la presidencia.Chile Vamos, liderado por Evelyn Matthei, apuesta por un discurso moderado para captar al votante de centro, priorizando temas como la economía y la seguridad con un enfoque pragmático. Matthei busca consolidar su liderazgo, pero enfrenta resistencia desde sectores más conservadores. El Partido Republicano, encabezado por José Antonio Kast, promueve una agenda radical centrada en seguridad, migración y nacionalismo. Junto al Partido Nacional Libertario de Johannes Kaiser y el Partido Social Cristiano, liderado por figuras como Sara Concha, han formado el pacto “Cambio por Chile”, excluyendo a Chile Vamos. Este pacto refleja no solo diferencias ideológicas, sino una lucha por el control del electorado de derecha.Las tensiones han escalado a conflictos abiertos. Matthei acusó a Republicanos de orquestar una “guerra sucia” en redes sociales, con videos manipulados que cuestionaban su salud mental, lo que provocó amenazas de querellas y evidenció una profunda desconfianza. El Partido Social Cristiano critica la moderación de Kast, enfatizando valores cristianos conservadores, mientras que el Partido Nacional Libertario busca diferenciarse con un discurso libertario y nacionalista. Estas pugnas han impedido la formación de una lista parlamentaria unificada, un error estratégico que podría beneficiar al oficialismo, que, aunque debilitado, muestra mayor cohesión en su estrategia electoral.La falta de unidad no solo debilita la narrativa de la derecha, sino que pone en riesgo su capacidad para obtener una mayoría parlamentaria. La división de votos entre listas separadas podría traducirse en una pérdida de escaños, especialmente en regiones clave como la Metropolitana y Valparaíso. La ciudadanía, preocupada por la delincuencia, el desempleo y la inflación, espera propuestas claras y no disputas internas. La derecha, que históricamente ha capitalizado estas demandas, parece atrapada en un laberinto de ambiciones individuales y diferencias ideológicas. La experiencia de 2021, cuando Kast y Sichel no lograron unificar al sector, sirve como advertencia. La unidad no implica borrar diferencias, sino alinear objetivos para enfrentar un oficialismo que, pese a sus errores, mantiene una base sólida. Si la derecha no logra superar sus fracturas, arriesga ceder terreno en un momento clave, comprometiendo su capacidad de gobernar y dejando al país en un escenario de incertidumbre política.

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