22 Ago 2025, Vie

Chile 2025: Los desafíos de las izquierdas y la urgencia de un proyecto amplio

Comité editorial La Respuesta

A medida que Chile se acerca a las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2025, las izquierdas enfrentan un escenario complejo marcado por la polarización, la desconfianza de la población y la necesidad de responder a las esperanzas de cambio del país. En un contexto donde la derecha muestra fortaleza en las encuestas, con un gobierno que tempranamente renunció a su programa y dirigir el país, el oficialismo debería abordar sus debilidades internas y construir un proyecto que convoque a sectores populares, trabajadores y grandes empresarios para garantizar estabilidad y evitar una mayor fractura social. Sin embargo, una de las principales debilidades de las izquierdas es su fragmentación interna. La coalición oficialista, que incluye al Frente Amplio, el Partido Comunista y el Socialismo Democrático, ha mostrado tensiones que dificultan la unidad. Las negociaciones para una lista parlamentaria única han sido complicadas debido a las ambiciones de los partidos mayores, lo que limita la representación de formaciones más pequeñas y proyecta una imagen de desorden. Esta división, sumada a la falta de liderazgos competitivos, reduce las posibilidades de las izquierdas de ampliar su base política, y por cierto, electoral.
Aunque Jeannette Jara, militante del Partido Comunista, ganó las primarias del oficialismo, su capacidad para convocar a sectores moderados y desencantados es limitada, especialmente frente a la ausencia de figuras como Michelle Bachelet, quién ha descartado una próxima candidatura. Otro serio inconveniente es la desconexión con las prioridades de la población. La ciudadanía demanda soluciones concretas a problemas como la inseguridad, el desempleo y las desigualdades estructurales, pero el gobierno de Gabriel Boric ha sido criticado por su desatención e incapacidad política real de actuar sobre aquellas demandas. Los escándalos políticos han erosionado la limitada credibilidad del oficialismo, reforzando la percepción de una gestión alejada de las necesidades reales. Además, el énfasis en temas identitarios durante el primer proceso constituyente, como la plurinacionalidad, alejó a sectores moderados de la izquierda, evidenciando una falta de enfoque en cuestiones socioeconómicas clave como las pensiones y la salud. Las esperanzas de cambio de la población chilena están centradas en un proyecto que combine estabilidad, seguridad y crecimiento económico con una reducción de las desigualdades. Para lograrlo, las izquierdas deben priorizar, con sentido de urgencia, la incorporación de los sectores populares y de trabajadores, quienes fueron el motor del estallido social de 2019. Esto implica diseñar políticas que promuevan el empleo formal, fortalezcan la protección social y garanticen una redistribución equitativa de la riqueza. Sin embargo, estas reformas no serán viables sin la participación activa de los grandes empresarios. La desconfianza hacia el sector privado, que ha caracterizado a ciertos sectores progresistas, ha generado fricciones que dificultan el crecimiento económico. Involucrar a los empresarios en reformas estructurales, como la tributaria o la de pensiones, no solo aseguraría su viabilidad, sino que también ayudaría a construir consensos que reduzcan la polarización.La polarización, que alcanza niveles no vistos desde la dictadura, es un riesgo para la demacrada democracia institucional chilena. Las izquierdas deben evitar la retórica confrontacional que alimente los extremos. En su lugar, deben promover un proyecto inclusivo que convoque a la ciudadanía en su conjunto, priorizando acuerdos amplios y una gobernabilidad basada en la cooperación. Solo un programa realista, que equilibre las demandas sociales con la sostenibilidad económica, podrá responder a las expectativas de cambio y consolidar un futuro progresista. En conclusión, las izquierdas enfrentan el desafío de superar su fragmentación, reconectar con las prioridades ciudadanas y fortalecer sus liderazgos para las elecciones de 2025. Incorporar a los sectores populares, trabajadores y grandes empresarios en un proyecto común es esencial para avanzar en reformas estructurales que garanticen estabilidad y reduzcan la polarización. El futuro de Chile depende de la capacidad de las izquierdas para construir un proyecto de unidad que inspire confianza y esperanza, para evitar caer en las garras de un gobierno de emergencia y autoritario como lo proponen las derechas para los próximos años.

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