París se prepara para una jornada de tensión con el despliegue de 80.000 policías y gendarmes ante la inminente protesta del movimiento ‘Bloqueemos todo’ (‘Bloquons tout’). Esta manifestación busca paralizar el transporte y los servicios en el país, evocando ecos de las protestas de los chalecos amarillos de 2018.
El contexto no podría ser más inestable: el Gobierno de François Bayrou se encuentra en funciones tras su caída en la Asamblea Nacional y, a solo nueve días de otra jornada de paros convocada por los sindicatos, la situación se tensará aún más.
Bajo la amenaza de medidas de austeridad que incluyen la congelación de prestaciones y la eliminación de días festivos, ‘Bloqueemos todo’, un movimiento surgido en redes sociales, se erige como un grito de protesta contra estas políticas.
A diferencia de otros movimientos, este se identifica con una ideología más izquierdista y, según la activista Élodie, representa la lucha de los jóvenes en defensa de servicios públicos debilitados por el Gobierno de Macron.
Los preparativos son evidentes: la Dirección General de la Aviación Civil ya ha solicitado a aerolíneas reducir sus vuelos en un 50% ante la inminente posibilidad de bloqueos en aeropuertos como el de Niza y Córcega.
Con una participación esperada de alrededor de 100.000 personas, el movimiento se ha organizado de forma apartidista, aunque cuenta con el apoyo de fuerzas progresistas como La Francia Insumisa (LFI).
La firmeza del Gobierno se traduce en un claro mensaje: no se permitirá ninguna clase de bloqueo. La jornada del miércoles será, sin duda, una prueba de fuego para la actual situación política y social en Francia.