Las elecciones parlamentarias en Moldavia están marcadas por una profunda turbulencia política y denuncias de interferencia en el proceso. La presidenta Maia Sandu ha afirmado que, de haber una victoria de la oposición, podrían cancelarse los resultados debido a la supuesta interferencia rusa. “Sabemos que hubo mucha interferencia, pero las decisiones las toman las autoridades competentes”, declaró a la prensa.
El Partido de Acción y Solidaridad (PAS), liderado por Sandu, busca mantener su mayoría y continuar su giro hacia la Unión Europea. Por otro lado, la oposición, representada por el Bloque Patriótico, acusa de autoritarismo a las autoridades y denuncia la represión de la disidencia. Antes de las elecciones, varios opositores fueron detenidos, y se limitó la participación de partidos críticos hacia el gobierno.
El expresidente Ígor Dodón ha sugerido que las autoridades podrían estar preparando un “escenario rumano” similar a lo sucedido recientemente en Rumanía, donde las elecciones fueron anuladas tras la primera vuelta. Mientras tanto, Vasili Tarlev, ex primer ministro y líder opositor, afirmó que hay un fraude electoral en curso dado que se obstaculiza la llegada de observadores internacionales.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, criticó abiertamente las elecciones moldavas, llamándolas “una caricatura infernal de un proceso democrático”. Este comentario fue respaldado por el embajador ruso en Chisináu, quien calificó la campaña electoral de “la más sucia” que ha presenciado.
Además, el vicepresidente del Consejo de la Federación de Rusia, Konstantín Kosachov, advirtió que estas elecciones podrían convertirse en un “día de vergüenza europea”, mencionando que se están organizando colegios electorales de forma selectiva y excluyendo a observadores independientes.